Destilaciones 'absínticas'... y algo más que puterías.
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Saturday, November 07, 2009

Teocracia en pleno siglo XXI

Queridos cofrades, colegas y amigos, les pido sólo un poco de paciencia para leer, perdonen si me extendí más de lo que suelo hacer, pero tenía que decirlo si no quería explotar...


Yo ya estoy francamente fastidiado, de ver que nuestros sistemas políticos siguen siendo ampliamente regidos de manera 'teonómica', que a pesar de los suspuestos "progresos" en el campo de la ética y la filosofía, los anticuados/atrasados códigos religiosos sigan siendo LEY.

Y lo digo no sólo por Irán y las bien sabidas "repúblicas" islámicas (donde el poder está flagrante en manos de una inmérita élite clerical)... Me refiero también a aquellos estados que en todo momento legislan, y ejecutan sentencias jurando sobre sus Biblias, Coranes, Torás y Talmudes, que incluso siguen haciéndolo fieles a tales principios teonómicos sobre los que se conformaron... abiertamente mencionaré a los E.E.U.U. (No olviden a los calvinistas, al famoso: "In god we trust" y a los mormones), el Estado de Israel (con su 'elitismo' étnico y religioso), inclusive Líbano que no deja sino de regirse constitucionalmente por comunes principios monoteístas....

Así no extraña la declaración del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (al menos desde su personal perspectiva chauvinísticamente religiosa), el diplomático libanés Ali Abdussalam Treki, cuando en torno al debate por la despenalización de la homosexualidad en el mundo (más de 90 países, donde merece o bien latigazos o bien pena de muerte) dice:


"Como musulmán, no estoy a favor. Es algo que la mayoría de los países no aceptan. Creo que no es aceptable debido a mi religión, a mi tradición. No es aceptable en la mayoría del mundo. Y algunos países lo permiten, creyendo que es una especie de cosa democrática. Yo creo que no lo es"

¿Dónde pues han quedado, a nuestra fecha, los principios ilustrados de la "LIBERTAD DEL HOMBRE", "Separación Iglesia-Estado", Respeto al diferente, Igualdad/"Equidad en la diversidad"...?

¿Al final gana ha ganado entonces la Teocracia*/Teonomía?

Y no hace falta irnos tan lejos. Aquí en xico, mi país, y a raíz de una reciente despenalización de la "interrupción del embarazo" hasta los 90 días de gestación, tan sólo en nuestra capital, la Ciudad de México, y ya cerca de una veintena de estados --¡en menos de un año!-- lo han tipificado posteriormente en sus respectivos códigos penales como un delito, notablemente gracias a gobernantes que bien sabido es que han jurado sobre la Biblia, los PANistas...

"Ayuda espiritual" para los drogadictos en las instituciones de salud, ya es una ley, porque es claro que si han caído en eso es "porque no siguen a Dios", por parafrasear al mismo presidente Calderón. ¡Estúpida, simplista y chauvinista solución!

Todo lo cual me entristece mucho... pensar que LA RELIGIÓN se ha vuelto más que el "opio del pueblo" que curaba su sufrimiento (parafraseando a Marx), que se ha vuelto su mismo opresor, que ha alejado más y más al ser humano de su Naturaleza, que lo ha vuelto contra sí mismo, que lo ha reprimido, que lo ha lastimado en su integridad, no permitiendo que el otro sea "porque no se parece a mí"

Con todo esto nos promocionan y nos pintan más bonito un sistema político regido por el "libre comercio", la explotación del proletario por el burgués "porque hay para que todos puedan volverse burgueses", porque Dios "favorece al que más tiene"... ya ven a los grandes empresarios judíos, a los libaneses como Carlos Slim...

¿Estoy mal si abrazo el COMUNISMO**, un comunismo evolutivo y moderno? ¿Por querer igualdad de oportunidades para todos, hombres y mujeres, obreros, campesinos y comerciantes, morenos o blancos, solteros o casados, heterosexuales u homosexuales...? ¿Estoy mal por querer que a todos se nos respete en nuestra diferencia, porque no nos gobiernen los monoteístas y sus políticas chauvinistas? ¡Por que no nos gobierne la religión!

Me duele, me lastima que escudándose en su "libertad de culto" nuestra Constitución Política y las de otros países sigan permitiendo tal marginación para los que no somos monoteístas o no practicamos culto alguno, los ateos, agnósticos, disidentes y librespensadores, que se nos considere ciudadanos de segunda...

Ciudadano de tercera o cuarta categoría si además eres indígena ("Ash, el pinche indio", "mejor debería regresar a vender pepitas") o inmigrante, si eres homosexual, si eres mujer ("pobrecita, dale chance, cédele el lugar, no ves que es inferior").

Total, para la Biblia estaban primero los hebreos, luego los "gentiles", que ni los americanos porque América no se había descubierto; primero los hombres/varones, porque ellos se habían inventado esa sociedad patriarcal a su favor, primero las "religiones de la escritura" (las monoteístas) nos dice el Corán... "Los homosexuales no se reproducen, no tienen la bendición de Dios" A esto sumemos la condena o penalización del aborto: ¡A traer, pues, más encuerados a morir de hambre, a robar, a servirnos y para desquitar nuestra amargura!

¿Así quién es más espiritual, el metiche que no deja de inmiscuirse en la vida del vecino porque la propia es tan vacía y miserable o será que como dijo Marx, que la religión no es sino


"el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas
desalmado"?

Me duele, me duele la indolencia y egoísmo del ser humano.

A veces me culpo, pero no puedo dejar de desear que a todos los fanatizados les regalen un país, para que allá se vayan a vivir y a destruirse entre sí como desean, allá vayan los profetas (líderes fanáticos), los Mahomas, los Juanes Calvinos, los Josés Smith, los Brigham Young, incluso los Jesuscristos reencarnados, todos ellos y su intolerancia... ¡Un Sion para ellos como lo imaginaron! Que se hagan de un país como los israelitas (odio tanto a Hitler por exaltar y revivir el aliento de su indolente nacionalismo), pero que antes los castren voluntariamente, la condición de entrar a su nueva "patria", porque sus hijos ni han de ser de su propiedad ni tienen obligación ni culpa de la ambición y necedad enfermiza de sus padres, no les deben su 'prepucio' a estos ególatras.

***

¿Por qué siempre pensamos primero en nuestras estúpidas y egoístas construcciones morales --profundamente religiosas-- que en el bien común, el más práctico? ¡Yo no quiero ser como mis padres!

______________
(Comentarios posteriores, no "notas explicativas", querido lector)

* Por lo que respecta al uso de la palabra "Teocracia", sin duda esta se refiere particularmente "al gobierno ejercido por una jerarquía sacerdotal", atendiendo empero no muy propiamente a la etimología de la palabra ("gobierno de Dios"); así que si tan impreciso el uso común, me permito utilizarla, a la vez que propongo una más moderna y algo en uso: Teonomía (theos+nomos, en griego= la "Ley de Dios"), porque para este fin se refiere muy bien a la moral que se ha aferrado en prevalecer incluso en las estructuras políticas más jactanciosamente "laicas".

** (9 de noviembre) Ahora mismo conmemoramos en décadas la caída del Muro de Berlín, y hay quien lo hace con mucha fiesta y poca reflexión... Hace unas horas decía el Maestro Luis de Tavira en su conferencia en la FFyL (palabras más palabras menos): "Hace 20 años triunfó tambíén un capitalismo salvaje"...¿Luego cuál "reunificación", ¡Si no fue fue más que una vil anexión de la agonizante RDA/DDR al modelo neoliberal gringo-inglés de la RFA/BRD, que habrían impuesto en especial estos países tras su intervención (y más bien invasión)!

Saturday, March 22, 2008

Nacionalismo mediocre

Hola, les comparto ahora un esbozo que da para todo un ensayo... Ahora lo termino (después de una breve inspiración, y de un par de horas o más sin parar de escribir) y lo muestro, porque no sé cuando lo ampliaré, pero va con la ocasión, por lo que espero que les interese.
 

Nacionalismo mediocre

Por Alexis Ramírez V.

El sentimiento de amor de un individuo por su patria es intrínsecamente religioso. Se veneran símbolos nacionales con un fervor verdaderamente religioso; conmemorando acontecimientos heroicos y a sus personajes, tal como se rememoran los hechos de los santos y de los apóstoles, siempre en pro de una entidad inmaterial llamada "Patria", aquella que a menudo, tal como a un Dios, se la personifica, pues la fe humana necesita inevitablemente aferrarse a los objetos, es siempre fetichista, al menos en un sentido visual o puramente imaginario: siempre pensamos en imágenes, pictóricas o verbales, dibujos y palabras. De sobra está mencionar las múltiples alegorías que de esta "mujer" se han hecho. La Patria, la tierra de nuestros padres, es una entidad equiparable a Dios, es nuestra madre y nuestro padre en una misma palabra. Nosotros somos sus hijos —y ya nuestro himno nacional lo reconoce— y hermanos en la tierra y el linaje.

            Pero no somos un pueblo elegido. No fuimos el pueblo predilecto de Dios, ni por arbitrariedad suya ni por convicción-conversión propia. Somos, en todo caso, sus hijos bastardos o puramente putativos. Hijos de Huitzilopochtli, el diablo, y algunos, sólo algunos; conversos luego, y más tarde, con un mestizaje étnico-cultural, bastardizados hijos de Cristo-Padre-Espíritu. El pueblo novohispano pronto se unificó casi por completo en una misma fe: la católica romana. Tres siglos esta fe fue la única identidad de un pueblo en busca de una auténtica identidad, pero en el fondo aún abigarrada, harto heterogénea. Dos religiones, o una misma, habrían de ser el baluarte del nuevo pueblo mexicano: la antigua, de Cristo y de Roma, y la nueva, de la Nación de México: La Patria.

Quizá la corrupción de las instituciones eclesiales, denunciada por el ilustrado clasicismo burgués, o quizá la incompatibilidad de dos tradiciones, una pagana-indígena y otra cristiana-criolla, pero en algún momento la otrora íntima relación de aquellas dos religiones, pronto disímbolas desde una primera etapa post-independentista —si tomamos en cuenta que la Historia como materia prima para la construcción de un estado mexicano, evocando apológicamente una cultura pagana mexicana, debió contrariar inevitablemente la doctrina cristiana— llegó a ser insostenible. La lucha entre ilustrados burgueses e ilustrados "pro-monarquistas" fue inevitable. Y finalmente la identidad criolla-cristiana-mexicana mejor mostrada en el blasón de la virgen de Guadalupe del cura Hidalgo terminó siendo aplastada ante la consolidación de un estado liberal, con una irreversible victoria resultante del implacable golpe de Juárez quien, cabe mencionar, era indígena: de tradición católica, pero de cuna pagana.

Casi doscientos años de independencia, y el mexicano cree más —tiene más fe— en los mitos-misterios religiosos que en sus leyendas heroicas, a las cuales no escatima ridiculizar en los momentos de más guasa. Es claro, la tradición devocional cristiana tiene más arraigo en las gentes mexicanas, pues es más antigua a la tradición nacional, por unos trescientos años. Son ahora casi incompatibles, el himno nacional pierde cada vez más de sus símbolos cristianos. Las leyes son más laicas, y eso está bien; de la iglesia mexicana tenemos más muestras de corrupción, de sus aliados políticos también, el dios del papado es inicuo. Pero Dios es más grande, es el inevitable padre de las masas, y tiene un hijo (materialización de él mismo) más conmovedor —y más bien "compasionante"— que su hija Patria (materialización de él mismo), y ése es Jesucristo. La Patria se vuelve la hija rebelde de Dios y le reclama sus injusticias, como un espíritu de negación, como una más de sus luciféricas creaciones expulsadas para siempre del patético mundo celestial; y finalmente le reniega su filiación. La frase que alude a la Patria "Que en el cielo tu eterno destino, por el dedo de Dios se escribió" no es sino un remanente de estériles esfuerzos por convenir los designios divinos de una Patria idealmente atea.

Lo que en otros países de tradición semítica ha llegado a ser un fervor religioso por su Patria, por la tierra con la que un Dios les gratificó especialmente a ellos, en el nuestro no pasó a ser sino un disfraz anual. Los símbolos de la "religión atea" que en un principio fueron de innegable extracción cristiana —Obvias analogías resultan de la comparación de la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, respectivamente; y nótese el orden que describe el grado material de cada uno y su interrelación—, pasaron por un breve estadio secular para convertirse irreversiblemente en meras alegorías de lo inexistente. Y que en las últimas épocas las estructuras tríadicas tanto de los símbolos cristianos como de los símbolos patrios se han visto alteradas, la una por efecto de la devoción popular y la otra por coherencia con su propia naturaleza. En México la creencia en la Trinidad es particular de cada población, no hay quien le rinda verdadero culto a Dios Padre si no sólo a través de la Virgen de Guadalupe, Jesucristo y el santo patrono del lugar. A los símbolos patrios, en tanto, sería justo añadir un cuarto: los héroes, porque de ellos —falsos o ciertos, humanos o semidivinos— están llenos nuestros libros de texto gratuitos, nuestro calendario cívico de efemérides, y nuestras avenidas y parques.

Como es evidente, en nuestro país coexisten dos religiones y las dos son, al menos en apariencia, igualmente devocionales —la una de los santos y la otra de sus héroes— pero una es más material y otra más ideal —San Antonio cumple milagros, Benito Juárez no hace más "milagros" desde su tumba— y por mucho que nos esforcemos, son casi irreconciliables, pues mientras ésta es creación de hace un par de siglos, aquella se remonta hasta los albores de la Creación misma. El "nacionalismo" mexicano es sólo medianamente religioso, en su simbolismo; en su espíritu, en los hechos, es ateo —hipotético y demasiado mundano—: eso lo hace un nacionalismo, literalmente (en el sentido latino de la palabra), mediocre. El deber religioso del Viernes Santo es de inapelable observancia, la conmemoración del natalicio de Benito Juárez, un ilustrísimo héroe, un hereje, hoy pasa desapercibida.

 

http://versoperverso.blogspot.com