
Monday, December 27, 2010
Recuerdo de Navidad (O de cómo nació el Grinch)

Saturday, March 29, 2008
Yo no soy Jesucristo
Yo hombre, no fui
Yo confieso,
que he mentido,
que no soy Jesús el Cristo,
que no puedo los pecados del mundo perdonar
Que no soy el cordero,
que nunca quise serlo
Que tuve miedo
Que culpé a mi Padre
y que negué el nombre de la madre
Que no vine a honrar lo indecoroso
Que soy el hijo incestuoso
Que odié a mi prójimo como a mí mismo
Que tengo miedo de mí
Que odio y me complazco
Que no sé perdonarlos cuando saben lo que hacen
Que no ruego por ellos ni seré en sus despojos prosternado
Que no sé amar sino al Mismo,
que lo demás es hedonismo
Que no tengo ni ruego perdón de Dios
Que a cada bofetada deseé que ésta fuera su mejilla
Pero ved a Dios ¡Ah corazón del amor inerte!
Ved mi cruz, impía e impura
No os compadezcáis de mí
No temáis
Soy tan sólo un hombre.
Alexis Ramírez V. Marzo de 2008
Tuesday, December 26, 2006
¡Evohé! A festejar la Saturnalia
Después de una laaarga ausencia....
A Rogelio Laguna: ¡vaya que con una bufanda se pueden tantas cosas! jajaja. Yo, como siempre las pierdo, no me he decidido aún a volver a usar alguna.
A Luis A. Romero.
A todos mis amigos, con cariño.
La sociedades son disímiles, el amor es mercantil, la esperanza infantil reposa en un viejo gringo (que como tal es gordo) símbolo e invención de Coca-Cola. La hipocresía es también, muchas veces, el lazo cohesivo de las gentes en una época que algo conserva de la antigua Saturnalia, y que es la engañosa hermandad-igualdad. Estas bondades se olvidan para febrero cuando los viejos mueren olvidados.
Creo que el amor existe y persiste, no obstante, pero que se encuentra envuelto en una concha muy dura. Cristo es amor y es también selección. Cristo es, más que una persona, una institución, o muchas de ellas. Es la gente y su fe en la fe. Es una huidiza noción que da sentido a la vida de muchos hombres. Es un sincretismo de guía-profeta y de la misma esencia creadora.
Tampoco creo en un mesías pero creo en el amor, no en el engañoso amor de la Navidad o de los mártires, pero el que se encuentra en la esencia pura de las cosas. Hay cosas y personas que creen que poniendo enormes y caros muñecos iluminados en sus jardines, estruendosos árboles artificialmente adornados en sus salas, verdes festones barrocamente adobados en sus aleros, llenan su espíritu de paz y de amor, pero están tan vacíos.
Yo no adorno mi casa para Navidad ni para "reyes" y mucho menos experimento sensibilidades especiales, acaso porque mucho he perdido de la inocencia o fantasía infantil, acaso porque me amargue la simulación fraternal y la manipulación mercantil.
Procuro, con frecuencia, cultivar el amor con los que me quieren y a menudo también me equivoco, pero creo que eso es normal ¿no? Cuando menos siento que esto es más honesto. Con todo, no hay razón para no festejar en este fin de año; como en cualquier época, festejar la vida pues... (pensemos que esta transición de un año a otro no es sino una invención humana más, para no mortificarnos con la brevedad del tiempo) Y ya que se puede mejor ahora...
¡Evohé! Que viva siquiera por una rato --porque en exceso es dañina-- la euforia de Dyonisios. Respiremos ecos de la Saturnalia que nos lllaman ¡A beber! como invita Gargantúa. A beber y a convivir cuando se puede y con lo que se pueda, que si algo bueno podemos encontrar en la moderna Saturnalia, es un llamado a disfrutar la vida, como seres humanos.
Me he extendido mucho en mi reflexión y creo que es publicable, jeje, gracias Rogelio por la tuya que me ha servido de invitación-incitación a ordenar lo que ya traía en mente y plasmarlo en letras.
Alexis-Azazel, martes 26 de diciembre de 2006.