Hoy les comentaré de mi experiencia del viernes, ya que tuve ocasión de escapar (cuando menos un "ratín") de la rutina de mi encierro hogareño, para asistir en la UAM Xochimilco a la première gratuita de una producción cinematográfica independiente, de las pocas películas mexicanas con una historia gay como tema y argumento principal. Comenzaré (y más bien de esto es el post) presentando mi reseña.
El cielo dividido, de Julián Hernández
A través de un primitivo lenguaje de miradas y tacto —si mucho, escucharemos apenas una decena de diálogos—, se presenta la historia de dos jóvenes amantes, Gerardo y Jonás. Su vida común es de ternura pura y muchos apapachos; pero este lindo estado no les dura mucho tiempo, termina perdiéndose en los terceros implicados, en la innata insatisfación humana y la eterna ambición de tener más de lo que se tiene (en el sexo, en el amor, etc.). Así, el amor parece desvanecerse cuando Jonás se aleja de Gerardo por Bruno y cuando Gerardo, abandonado, hace lo propio con Sergio. Pero ya sea que el amor reaparezca o renazca ante la insitencia de Gerardo, aquellas dos situaciones no sólo se siguen una a otra, sino que se persiguen en una cíclica búsqueda de sus protagonistas.
Una laargometraje que se realizó hace dos años, que ya se ha estrenado en varios festivales internacionales, pero que apenas —y paradójicamente— se comienza a exhibir en México. Bueno como nueva propuesta de un joven director. Una historia de amor y de sexo, de dolor y alegría, de perseverancia y rendición, de amor a final de cuentas. El desarrollo de arte (que no industria) homoerótico nacional es harto escaso, y una película como ésta resulta de especial valor ante la escasez de apoyo económico (y qué decir del moral) y mercado para el cine independiente, menor si se trata de una "película gay".
En cuanto a estilo hay que destacar en el filme el interesante intento por recuperar aquel perdido lenguaje de los instintos —a través de los gestos, y que los actores no hacen tan mal—, lo más cercano a la lengua natural, método que puede apuntar a la presentación de una relación afectiva-sexual de este tipo como lo que es en ésta y otras especies, algo natural (compárense los vídeos del Discovery Channel, en serio, no me diga alguien que los ha visto con morbo); pero habrá que ver que el uso de este recurso es así de interesante como arriesgado, pues uno como espectador difícilmente llegará a contextualizar esta posibilidad dentro de la diégesis de la película, en deterioro de su verosimilitud. Así es, la historia se desarrolla en nuestra hermosa universidad y en una sociedad muy parecida a la nuestra, la comunicación oral-auditiva es indispensable en la artificial vida de los seres humanos. Que los sígnos corporales prevalezcan es lindo e interesante, pero así solos no aportan significados de una comunicacion compleja; y en este sentido, y ya que los personajes hablan (por muy poco que lo hagan), noté la ausencia de unos cuantos diálogos más, sobre todo en escenas particulares, donde los gestos no han bastado para hacer comprensible-empática-verosímil alguna demostración de sentimientos "encontrados".
Los personajes, que no se presentan estereotipados, sino como chavos sin nada fuera —o dentro— de lo común, salvo su sexualidad, me han parecido un elemento destacable e interesante. Sé que much@s están acostumbrad@s a —y hubieran preferido— ver los golpes y los insultos tan monos, tan oficializados, tan pensados como inherentes al amor mismo, tan manoseados y tan mercantilizados; pero ésta cinta tiene su cierto encanto en ser, precisamente, diferente.
Las locaciones son, en mi opinón, un gran acierto; el que muchas de ellas —podría decirse que las de todas las secuencias que no se desarrollan en la cama de un apartamento o de una habitación; ajá, pero ahora recuerdo pequeñas excepciones, sobre todo las secuencias de la discoteca— ocurran en Ciudad Universitaria me ha resultado un elemento bastante cautivador como estudiante de este bello campus (pude trasladarme al mismo árbol donde los personajes se besaban, ajá); creo que ello, en lo personal, fue lo que mejor pudo haberme sumergido en la historia y aun creo que otros jóvenes estudiantes, como yo, no importando la institución a la que dediquen tantas horas/momentos de su vida, habrán experimentado o experimentarán algo muy similar, por la tranquilidad, libertad y diversidad que ofrecen (o suelen ofrecer, o por lo menos aparentan hacerlo, porque debieran) estos espacios universitarios.
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Al terminar la película llegaron el guionista-director-co-productor (Julián Hernández) y el primer actor (Miguel Ángel Hoppe), y tuvo lugar una ronda de preguntas en la que hubo gran participación del público (que había llenado el espacio del auditorio Javier Mina de la UAM). De las preguntas no me pregunten pues no tomé nota; y si yo tuve alguna participación, básicamente se trató de un comentario, de cuyo impulso ha surgido la anterior reseña. Poco antes de abandonar el recinto, nos regalaron una rosa con publicidad del Cabaré-tito, lo cual me pareció chistoso, pero a la vez lindo pues hacía ya mucho que no me regalaban una; lindo también que fuera una rosa amarilla, que tanto me gustan -um-.
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Ah, por cierto, esta función se llevó a cabo en el marco del actual festival cultural de diversidad sexual (qué cacofonía, pero no pude, ni quise, arreglarla) que realiza el Movimiento de Diversidad Sexual de la UAM.X. "Cliquea" si quieres conocer sobre el grupo o sobre su calendario de actividades. El miércoles 18 se presenta un documental y conferencia sobre homofobia.
Ver la ficha técnica, una entrevista con el director, así como otra reseña.